Sola escritura para todos.
LA REFORMA Cuando una fruta está ya madura en su arbol, esta misma, o se recoge pronto, o más tarde termina por caer al suelo. Siempre y cuando queramos que nos sirva para nuestro probecho, no la dejaremos abandonada para luego caer a los pies del árbol, sino que la cogemos con cuidado y la depositamos en un cesto. Luego la llevamos y la repartimos para alimentar a los que tienen hambre. Esta tarea agrícola es muy noble y el que recolecta frutos en el campo, no piensa si va destinada a unos u otros, sino que generaliza para todos. Del mismo modo, los que bajo la mirada amorosa de Dios y se hacen pastores cristianos que excrutan la palabra evangélica y cuidan de otros con sus copiosos frutos por la "sola gracia" es lógico suponer que tales dádivas las deban depositar en el mismo canasto de la Iglesia, la misma que formó su Hijo amadísimo Jesuscristo para el sustento de los cristianos. Quien recoge en otro canasto diferente y niega de sus hermanos, por pensar que e