La belleza subjetiva del alma
La belleza subjetiva del alma
Lo Bello es un lugar pleno y al mismo
tiempo vacío de contenido y de comparación. Cuando nuestra mente concreta
quiere explicarla se pierde en conjeturas que distorsionan la propia realidad.
La Belleza es un atributo de Dios ¿podemos razonar a Dios?
Os voy a presentar este pequeño
escrito de lo que me parece a mí un atisbo de lo que es bello, al menos como
una apreciación cercana.
Una subjetiva opinión jamás puede ser igual al mismo objeto o a la idea, puesto que existen tantas subjetividades cómo individuos. La subjetividad es plural, el objeto es único. La subjetividad es una aproximación, una
opinión variable y diferente al objeto y al mismo tiempo estaría sujeto a las probidenciales suertes de errores y aciertos. El objeto en cambio, es real. En cuanto a la Realidad Absoluta de Dios estaría lejos de explicar por las diversas opiniones humanas.
¿Quien explicaría bien a Dios?
¿Pero quien explicaría bien lo que es Real?
Para continuar con mi tesis diré al
respecto que siempre, nos movemos entre subjetividades y que esta misma, suele
distorsionar la objetividad del mismo objeto o de la idea, incluido hasta
cuando nos ponemos a filosofar y creemos que estamos siendo muy objetivos.
En las pequeñas circunstancias diarias
y cotidianas, podemos creer que hablamos objetivamente de aquellos momentos y
objetos que vivimos a diario y llegan pues, a conformar nuestra realidad, pero
cuando se trata de las Causas y al Origen de la misma Naturaleza, nuestra
propia objetividad que es relativa y por lo tanto subjetiva, pues se trata solo
de nuestra opinión, ya no nos sirve para nada.
Añado algo más.
Lo que llamamos Metafísica es tan solo
una subjetividad filosófica de algo, que no alcanzamos a explicar y esto es
debido a que solemos tener la tendencia natural de llegar a rotular todo,
incluso lo que nos es desconocido o sea a todo aquello que está más allá de
la forma física objetiva y visible. Un ejemplo metafísico de esta opinión del que escribe es la siguiente.
El Génesis cuenta que el hombre estaba al principio otorgándoles nombres a todo lo creado. "Y Yahvé Dios trajo ante el hombre todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Y dio el hombre nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo.....( génesis 2,19s).
Ante esta tendencia natural y humana de dar opinión o nombre a las cosas (porque ya puestos, también se deduce nombres a las plantas) presento este principio:
El hombre tiene la libertad de rotular o sea, tiene la posibilidad inteligente de opinar, filosofar y por lo tanto a equivocarse. En la diversidad de los principios o en la variedad de las cosas creadas, nacerian pues las diferencias al otorgarles el hombre, un "nombre" diferente para distinguir las diferencias, en una palabra, surgen las opiniones filosóficas y las propiedades. El hombre artista, imaginativo y filósofo asume su lugar en la creación asemejándose al Criador. La Criatura se hace creadora de nombres o sea, filósofa.
Dios no filosofa, Dios crea y mantiene
unido lo creado. El poeta, el músico y el artista percibe de una manera natural, la Belleza de lo Creado y lo hace objetivo a nuestras miradas subjetivas pero le añade un poco de su cosecha, al menos de manera insconciente.
La Belleza pues, crea en el artista la
capacidad de plasmar lo bello de una manera visible y de esta manera se
hace en parte semejante al Creador. Así que el verdadero artista no puede
llegar explicar lo bello de su creación, ya que tal obra seria, en su mayor parte, ajena
a si mismo, siendo como mucho tan solo las manos que ejecuta y
plasma la obra.
Si le preguntamos que ha plasmado, en principio se pondria a pensar pero en general no podría explicar como la ha llevado a cabo y sería más
fácil entenderla un observador anónimo, que este pudiera llegar a
interpretar lo creado sin atisbo de razonamientos.
La obra de arte muestra toda una amplia diversidad y
sirve para todas las ópticas que la miran. Pero salvo algunas oportunidades,
cuando solemos mirar algo bello, no podemos explicarlo pues de alguna manera
solo lo vivimos como una intuición y tan solo por un instante.
Comienzo ahora con esta forma
subjetiva y relativa de lo que es Bello para mi.
Todo surgió un día de sol, al bajar
del autobús en el que me dirigía hacia el trabajo y del encuentro que tube al bajar de
este mismo, con la mirada limpia de una bella dama desconocida, que
pasaba por allí en ese instante.
Fue un instante, un momento corto y
fugaz, pero que al mismo tiempo me pareció toda una eternidad. Pensé en aquel
momento, que se trataba entonces de una mirada angelical que pronto se
desvaneció. Aunque físicamente era una mujer, creo que contemplé algo diferente
y este pensamiento me acompañó durante bastante tiempo y ahora podría
explicarlo como algo tan solo subjetivo, pero que me hizo luego reflexionar
sobre la belleza de esa mirada y esos ojos bellos que me miraron ese día.
Era una mirada bellísima y como muy
familiar, al menos este era mi parecer. Un instante muy fugaz. ¿Era amor a
primera vista?
Dice Azorín en su obra “Doña Inés”:
“La mirada del poeta ha quedado
clavada en los ojos de la dama; la mirada de la dama se ha posado en los ojos
del poeta. El aire es más resplandeciente ahora. Los pájaros trinan con más
alegría. Canta la calandria y contesta el ruiseñor. Las flores tienen sus
matices más vivos. Las montañas son más azules. El agua es más cristalina. El
cielo es más brillante. Todo parece en el mundo nuevo, fuerte y espléndido. ¿ Es
el primer día de la creación ?"
Y será esto del porque se dice, que el
poeta se enamora enseguida y vive siempre como en un vacío hacia el futuro
soñado. Tenía entonces 27 años cuando me sucedió esto y era
entonces aquel, mí tiempo de poemas y filosofias, de sueños andantes ¿muy mayor para soñar?
no lo creo ahora, pues aun hoy a punto de entrar en la llamada tercera edad
sigo todavía soñando despierto.
Y escribí:
Cuando miramos algo que nos resulta
bello y alegre, de una forma desinteresada y como casi sin querer
mirarla, sin que intervengan ningún razonamiento, como de soslayo, como
de pasada, como si apareciera de pronto ante nosotros, entonces por un
instante estaríamos contemplando “algo realmente bello en si mismo”.
Dicho de otro modo; todos los objetos
participan de lo que es Bello y sería el alma que al desapegarse de lo
material y de la razón entraría en una “línea directa” con lo Bello en sí
mismo.
Es por esto, que a la vista de un
bello paisaje, una estatua armónica, una simple flor, una joven, una grandiosa
sinfonía, una puesta de sol. etc. se nos muestran bellas en sí mismo y en su
propia naturalidad, como si de una primera novedad se tratase a nuestra atenta
percepción.
Pero he observado una cosa, si
por un momento a esta visión temporal y fugaz en cuanto la pongamos a
razonar o a querer explicar, comienza a esfumarse y a desaparecer
enseguida de nuestra percepción.
Una vez que ha pasado esta visión, ni
empeñándonos y haciendo grandes esfuerzos, ya no conseguimos volver a verla y
hacerlas de nuevo presentes, se quedaría como detrás de las cortinas del
recuerdo.
Por esto aquellos bellos ojos apenas hoy puedo llegar a recordarlos,
solo me quedan una sutil y grata memoria de ellos.
Al menos hasta el próximo encuentro.
¿Sucede siempre así? ¿Atento lector,
seguro que asientes lo que digo y en algún momento también has experimentado
algo parecido?
Pienso que toda alma es Bella en sí
misma pero quizás, la propia razón que separa todas las cosas,
lleva a hacer casi imposible percibir tales visiones de lo que es bello.
Y es quizás porque la razón, no
alcanza a demostrarnos lo que es el alma, o tal vez porque para ello sería
necesario otro elemento más próximo y quizás de otra naturaleza distinta y más
cercana a la propia alma.
Científicamente se entiende que la
razón inteligente está como unida al cerebro físico y de este modo gracias a
este órgano toman formas objetivas todo lo subjetivo y así de este modo
encontramos entonces, las llamadas “razones para vivir”.
Parece ser, que para poder “dialogar”
con el alma o nuestro ser interior, la propia razón necesita de un algo que
pueda explicarle lo que es el alma en “si misma”. ¿Qué será este
elemento?
Aparece aquí entonces la controvertida
discusión de nuestro tiempo, que nos lleva a
dar demasiado valor a la razón y a las opiniones derivadas de
ella con todas sus doctrinas filosóficas que andan hoy en boca de toda cultura.
Pero la Belleza no se razona pues no
es de este mundo podríamos decir o al menos no es de naturaleza material ya que
es algo muy sutil.
¿Entonces como explicar lo que es
invisible?
Para ello, y estando como ausentes y
en un momento en que no hagamos caso de la razón, ni de las emociones, como en
un silencio desinteresado, pues parece que en algún momento se acerca a
nosotros una suerte de teofanía, por ponerle un rotulo. Es en ese momento como
de vacío de todas nuestras preocupaciones, sin pedirlo ni
desearlo, como algo de afuera de nosotros mismos, nos aparece así
como una presencia o intuición de las cosas en si mismas y simples.
Y lo simple es lo más semejante a la
verdad y a lo bello.
Un ejemplo sencillo nos ayudara a
entender esto.
Observemos una bella flor. La
simplicidad de la flor la hace bella ¿o no? Ella no necesita darnos
explicaciones y tan solo se deja contemplar. Al ver la belleza de la flor
nosotros no pensamos. Al menos por algún instante y es entonces que sin
pensar vemos su belleza.
Hay algo diferente en algún momento de
nuestras observaciones que nos coge como en un vacío, como descansando de toda
ansiedad y deseos. Es como un pensar sin pensar, es como que ello nos sucede
sin querer nosotros que suceda y mientras este fenómeno nos acontece
notamos que es de una forma inteligible.
Y hoy cuando escribo esto puedo decir,
que no se trata de nada sobrenatural y extraño sino que es muy natural pues la
sensación es buena.
Creo que esto, es debido al abandono
de nosotros mismos y al vaciamiento de nuestro ego. Explicar esto no es fácil
pues toda explicación se basa sobre algo que ya se comprende y en este caso por
mi parte no llego del todo a entender la cuestión.
Podría acudir a la poesía y
aproximarme quizás, al misterio.
Puede ser que de la inteligencia o de
un lugar muy cercano a ella, vendría algo así como una pequeña luz,
un rayo o un destello tenue que en muchas ocasiones sólo dura un
instante. Un soplo de viento suave, y es entonces cuando sentimos
espiritualmente algo que se asemeja a la “voz del alma”.
De las veces que sintamos “esa
intuición” seria también el porcentaje, mayor o menor para poder entender al
alma. Aunque no depende esto de la cantidad sino más bien de la calidad de
atención, porque sólo una Conciencia bien despierta y atenta es la que
guarda un momento así.
En resumen; la belleza estaría
presente por todas partes la veamos o no, y en primera instancia no depende de
nosotros mismos contemplarla, ya que siempre solemos estar inmersos en
nuestros propios pensamientos y deseos. Casi siempre caminamos muy apegados a
las sensaciones y a las cosas cotidianas y diarias, dirigidos y llevados de lo
que me gusta o me disgusta, de lo que creo o dejo de creer. En una palabra, muy
pendientes de nosotros mismos.
Hay demasiado ruido a nuestro alrededor que
invade nuestro silencio interior.
Cualquiera que estuviera leyendo esto
ahora podría añadir y refutar todo o parte, porque en realidad y en
última instancia no he dicho nada extraordinario y aún podria enseñarme que en
realidad no estoy diciendo nada nuevo.
Animo a quien quiera a mostrar mis
errores de escritura y exposición que me escriba.
Animo a todos a vivir contemplando
siempre que puedan las bellezas de la Creación.
La Belleza del Alma y de todos los
seres están siempre presentes, sin duda y es una suerte o algo de
gracia el llegar a poder contemplarlas en algún momento.
Creo que aquella dulce
mirada fue un instante bello en mi ajetreado día cotidiano, pues fue una
vivencia inolvidable.
No es desear algo y nuestra petición
sería correspondida, no es tan fácil. Creo que se trata mas bien de un regalo,
mas que de un resultado final de nuestro esfuerzo.
Para ver lo bello de todo lo que nos
rodea, no basta con desearlo y ya está, porque aún, el mero hecho de “querer
ver” es una forma de deseo y por lo mismo se convierte en nosotros en una
imposibilidad para el desapego arriba mencionado.
Y termino ahora.
Como dijimos al principio hay que ver,
sin querer ver.
O como dirían los antiguos.
“ ver sin mirar”.
El sol de día también es sol de noche. Depende del lugar de donde se observe en cada momento.
ResponderEliminarAl final lo que prevalece es la Realidad. Lo Bello es lo Real.
Algún dia, los hombres verán la verdadera Luz, hoy que estamos a mitad de camino evolutivo solo vemos pequeños destellos de esa Verdad, en sus reflejos u opiniones intelectuales.
ResponderEliminarSomos prototipos de Hijos de la Luz.
Aún estamos dentro de la Caverna.
Platón escribió sobre ello y Jesucristo nos alumbró el camino para salir de la caverna.
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